Gertrudis Gómez de Avellaneda

 

gertrudis-gomez-de-avellaneda  23/03/1814 – 01/02/1873

Gertrudis Gómez de Avellaneda fue una de las mejores expresiones del movimiento romántico. Su vida y su obra siguen interesando a los estudiosos. Sus circunstancias personales, su carácter apasionado, su generosidad y su rebeldía ante las convenciones sociales, la destacan entre la mayoría de las escritoras de su época, convirtiéndola en precursora del movimiento feminista en España. Recordada tanto por sus obras como por su trabajo como activista política.

Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga, conocida como “la Avellaneda”, nació en Puerto Príncipe, hoy Camagüey en Cuba, dentro de una familia de descendencia noble española. Su padre, comandante de la marina española, a cargo de las regiones centrales en Cuba. Su madre también proveniente de una familia española.

 

A Gertrudis no le interesaban las cosas de niñas sino los libros que su tutor le daba para leer. A pesar de su madre, quien intentaba alejarla de la cultura para que fuera más sociable, se entretenía representando comedias, redactando cuentos, leyendo novelas, poesías y comedias.  Gertrudis apenas tenía amigos y a los pocos que tenía les adjudicaba papeles en sus obras, siendo ella siempre la protagonista. A los nueve años, murió su padre y su madre volvió a casarse con un oficial español en Cuba. De adolescente se inclinó más a la danza, la música y la pintura. Su familia la había prometió en matrimonio a un pariente lejano, pero a los catorce años se negó a casarse, por lo que perdió la herencia de su abuelo y creó un conflicto en la familia difícil de superar.

 

A los 22 años, Gertrudis y su familia regresaron a España y se instalaron en La Coruña, un lugar demasiado conservador para su gusto. Pronto ella y su hermano dejaron la familia y se establecieron en Cádiz y luego en Sevilla. Cuando llegó a España, la Avellaneda ya era reconocida como una escritora de talento. El animado ambiente cultural de la ciudad fue un gran estímulo y comenzó a dar a conocer sus primeros trabajos literarios. En 1839 publicó sus versos bajo el seudónimo de La Peregrina en periódicos y revistas de Sevilla y, más tarde, en algunos de Cádiz. En junio de 1840 estrenó su primera obra dramática Leoncia, que recibió una acogida favorable. Cuando comenzó su nueva novela, Sab, las suscripciones por adelantado pagaron la publicación y pronto se volvió famosa en el mundo latino. Esta controvertida primera novela, Sab, publicada en 1841, ha sido comparada con La cabaña del tío Tom, ambas una protesta literaria a la esclavitud. Sab fue prohibida en Cuba por su visión poco convencional de la sociedad y sus problemas. Su contenido abolicionista y su crítica al matrimonio fueron considerados subversivos. Otras de sus obras también se consideraban escandalosas por los temas recurrentes de amor interracial y divisiones sociales. El paralelismo entre la condición del negro y la de la mujer se dio en el trabajo de varias escritoras de la época. Lo que se llamó en literatura negrismo: la postura y descripción favorable con los personajes negros en sus narrativas.

 

 

A partir de 1840 se instaló en Madrid y comenzó un periodo de fecunda actividad literaria. Entre 1840 y 1846 Gertrudis dio a conocer parte de su producción poética. Poesías (1841), Dos mujeres (1842-1843), Espatolino (1844), Guatimozín (1845), artículos de costumbres y obras de teatro. Al consolidarse su prestigio literario, participó en veladas literarias en el Liceo madrileño, donde se relacionó con los grandes escritores e intelectuales de la época, que se convertieron en sus protectores y amigos.

 

En España tuvo varios amoríos con escritores conocidos asociados al romanticismo, incluido su primer amante, Ignacio de Cepeda, central en muchos de sus escritos y unas cuarenta cartas de amor, que su esposa publicó luego de su muerte. Algunas de las razones que dio Cepeda por no haberse casado con ella fueron que “no era rica suficiente, que no era femenina suficiente, más verbal de lo que debería ser y que era demasiado agresiva para una mujer del siglo XIX”.

Al terminarse la relación, Gertrudis fue a Cádiz donde conoció a Gabriel García Tassara con quien tuvo una hija sin casarse. Tassara la dejó y se negó a darle su nombre a la niña, quien murió varios meses más tarde y dejó a la Avellaneda destrozada en el mejor momento de su carrera.

 

Al poco tiempo, Gertrudis se casó con un hombre más joven que ella y rico, Pedro Sabater, que también escribía. Sabater contrajo una grave enfermedad, posiblemente cáncer y murió poco después de su boda. Para reponerse del duro golpe, Gertrudis ingresó en un convento donde escribió la obra Egilona. Una vez recuperada, regresó a Madrid y continuó escribiendo y publicando innumerables obras de teatro, novelas y poesía.

 

En1863, intentó ingresar en la Real Academia cuando quedó vacante el lugar de un amigo querido. Aunque era admirada por su trabajo literario, siendo mujer no se esperaba que escribiera profesionalmente y se le negó la entrada a la Academia de Letras, por el solo hecho de ser mujer. Avellaneda también sufrió la crítica dura de sus coetáneos y sin embargo continuó escribiendo sobre los temas que le interesaban, importantes para la mujer.

 

Volvió a casarse en 1855 con el coronel Domingo Verdugo y Massieu y se mudaron de Madrid a Cuba, donde ambos habían nacido. Cuando regresó a Cuba fue agasajada con conciertos y fiestas. Al poco tiempo de llegar, Verdugo enfermó y murió en 1863, lo que dejó a la Avellaneda una vez más en profunda aflicción. Allí Gertrudis continuó con sus trabajos literarios. Dirigió en 1860 la revista para la mujer El Álbum Cubano y publicó sus leyendas La montaña maldita, La dama de Amboto y La flor del ángel, y sus discutidos artículos sobre La mujer.

 

En 1864 regresó a España para dedicarse, casi exclusivamente a la corrección de sus obras para preparar una edición completa, Obras literarias, dramáticas y poéticas (1869-1871). Gertrudis Gomez de Avellaneda murió debido a su diabetes y por la profunda pena por la muerte de su hermano.

 

Escribió sobre temas que muchos no se atrevían a discutir en público. Sus obras más famosas incluyen más de veinte obras de teatro, novelas y poemas. La Avellaneda era elogiada o criticada por su obra, pero inspiró a hombres y mujeres con sus historias de amor, feminismo y un mundo diferente. Su obra está influenciada por importantes poetas franceses, ingleses, españoles y latinoamericanos. Sus poemas reflejan su experiencia de vida, con una actitud rebelde e independiente en una sociedad masculina, abordando temas de soledad y exilio de Cuba, melancolía y depresión por sus decepciones amorosas. Su poesía aborda los temas de Cuba, el amor y el erotismo, la poesía, los conceptos neoclásicos, hace referencias históricas, habla de religión, hace introspección filosófica, así como también toca lo personal y lo público.

 

11 comentarios en “Gertrudis Gómez de Avellaneda

  1. Libby

    Soy cubana, de Camagüey, tierra natal de “La Peregrina” . Me agradaría que el ayuntamiento de Sevilla tuviera la generosidad de consentir el traslado de los restos mortales de nuestra veneradísima Gertrudis Gómez de Avellaneda, a su enamorada ciudad natal de Camagüey; en donde palpita en los corazones su grabado inconfundible de cubana.
    La admiraremos, la florearemos siempre, ya descanse su cuerpo extinto en la bella tierra y afortunada de Sevilla o en nuestra querida, idolatrada, tierra natal de Camagüey, Cuba.
    Libby

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  7. Todo está arreglado. El Ayuntamiento por escrito a los Defensores del Pueblo de España y a la asociación que presido nos ha confirmado que No tiene intención de llevarse a La Avellaneda. Y así será.
    Muchas gracias por tu interés.
    Estoy creando dentro del blog un apartado para artículos y estudios sobre ella. Si lo deseas puedes escribirme y enviarme algo que hayas escrito sobre nuestra querida Avellaneda.
    Un saludo
    Edith Checa

  8. Maria

    Hola, quisiera saber cómo terminó el asunto…si el Ayuntamiento de Sevilla ha tomado cartas en el asunto. Espero que Gertrudis de Avellaneda siga descansando en España. Yo también estoy estudiando su obra en Italia y, leyendo su testamento, se ve clarísimo cuáles eran sus intenciones.

  9. Al parecer el Ayuntamiento de Sevilla, el Gobierno de España, a petición de Cuba, va a permitir la exhumación y envío de los restos mortales a la Isla, de Gertrudis Gómez de Avellaneda que descansa, junto a su marido y hermano en el Cementerio de San Fernando de Sevilla.
    Este acto, si se realiza, estará en contra de la última voluntad de la escritora ya que dejó escrito ante notario sus últimas voluntades. El ayuntamiento de Sevilla, si es cierta esa noticia, cometerá la profanación de su cadáver. Y los sevillanos, si lo permitimos, estaremos cometiendo también un delito de profanaciónCopio parte de su testamento en el que ella ordena que a su muerte la entierren en Sevilla y que traigan desde la Habana los restos de su marido para enterrarla con ella.La Avellaneda fue una de las más importantes escritoras españolas del siglo XIX.
    Simplemente nació en Cuba, pero vivió en nuestro país desde que era joven. Sus dos grandes amores, Cepeda y Tassara; sus dos maridos, Pedro Sabater y Domingo Verdugo; su unica hija, Brenilde, a la que perdió en pocos meses y toda su extensa obra nació y se desarrolló en nuestro país. En su testamento dice que desea ser enterrada junto a su marido en Sevilla, en el Cementerio de San Fernando ¿Cómo es posible que el Ayuntamiento de Sevilla, el Gobierno, pretenda contravenir el deseo último de Gertrudis Gómez de Avellaneda?
    El testamento dice:
    «Ordeno que provisionalmente sea colocado mi cadáver en un nicho de la Sacramental de San Mártín, San Ildefonso y San Marcos, hasta que transcurrido el tiempo señalado por la Ley, se le traslade a Sevilla, donde descansará definitivamente en la tumba de familia que allá existe en el Cementerio de San Fernando, y que fue hecho a costa mía y de mi cuñada (…) y los dos nichos del otro lado, me pertenecen a mí, queriendo sean colocados mis restos mortales en uno de ellos y en el otro los de mi marido Don Domingo Verdugo, cuyo cuerpo yace en el cementerio general de la Habana, desde diciembre de 1863; pero que es mi voluntad sea también trasladado a Sevilla a costa de la parte de mis bienes que he reservado para cumplimiento de las disposiciones contenidas en esta memoria. En el mármol que cubre los dos nichos que poseo en la indicanda tumba de familia, quiero se pongan los nombres de mi marido y el mío, y que en la capilla que hay sobre el Panteón, se coloque el cuadro del Señor Crucificado, que se hallará en mi dormitorio bajo el dosel de seda encarnado…»
    ¿Vamos a permitir que se la lleven en contra de su última voluntad? ¿Qué pretende el Ayuntamiento de Sevilla? ¿No es acaso sagrado respetar la deción de los muertos?
    Edith Checa
    Periodista y escritora

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